17 d’oct. 1984

González Ledesma, tras ganar el Planeta, escribe para recuperar el tiempo perdido

Francesc Arroyo

Poco antes de expirar la noche del 15 de octubre, Francisco González Ledesma, periodista, abogado y escritor, se convertía en el 33 ganador del premio mejor pagado de la literatura española, el Planeta. Raúl Guerra Garrido quedó finalista. La obra ganadora se presentaba bajo el seudónimo de Número cuatro, "por motivos supersticiosos". "Era la cuarta obra que iba a publicar y estamos en 1984", afirma su autor. En su juventud escribió guiones de comic y novelas policiacas firmadas con seudónimos para ayudarse en los estudios; ahora aspira a seguir escribiendo para recuperar el tiempo en que no lo hizo.
"Un día, visitando el registro de la propiedad por motivos de mi profesión de abogado, me encontré a Luis Romero. Me dijo que andaba intentando recuperar el tiempo perdido y, entonces, no lo entendí. Ahora sí lo entiendo. Escribo todos los días, porque el tiempo pasa y dentro de un tiempo ya no podré escribir mis ideas".
Francisco González Ledesma, que afirma que sus pasiones son la literatura, el periodismo y el derecho, por este orden, empezó a escribir a los 17 años y hasta los 30 redactó novelas policíacas que firmó con múltiples seudónimos -"eso lo dejaba al gusto de la editorial"- y también guíones de comic.
"No me arrepiento de ello", asegura, "y me parece que muchos escritores de hoy, si lo hubieran hecho, tendrían mejor estilo".
En 1948 concurrió a su primer premio, el Internacional que otorgaba el editor Janés, y lo ganó con Sombras viejas. La novela, que relataba los hechos del 6 de octubre de 1934, nunca vio la luz. Desde entonces y hasta mediados los años setenta, el silencio.
"Mantuve silencio", afirma, "porque no podía escribir pensando en la censura. Necesito hacer evolucionar los personajes libremente. Eso no quiere decir que no escribiera en términos absolutos. Escribí seis u ocho libros que guardo en un cajón porque no creo que sean publicables".
En 1975, "cuando veía venir la muerte de Franco y creía que la censura sería menos rígida, escribí Los napoleones", su primera novela de género, aunque él no se resigne a considerar sus novelas exclusivamente policíacas. "La censura me la prohibió en 1976 y, finalmente, puede publicarla en 1977". A partir de ahí empieza ya a publícar con relativa regularidad. En 1983 apareció El expediente Barcelona, que fue finalista en el Premio Blasco Ibáñez. Hace apenas tres meses se publicó Las calles de nuestros padres.
"Sí, yo publicaba y vendía regular. Como se venden los libros en este país. Unos 10.000 ejemplares. Me presenté al Planeta porque quería dar el salto. Se diga lo que se diga, el Planeta es el premio más prestigioso de España. El único que puede proporcionar 200.000 lectores. Y eso es lo que todo escritor en el fondo desea, tener miles de lectores, dar el sallto. Lo digo con sinceridad. Ni siquiera he pensado en qué voy a hacer con los 12 millones del prernio, que también me interesan, pero lo que de verdad me llama la atención es que me lean".
González Ledesma ha situado todas sus novelas en Barcelona, una ciudad a la que afirma amar profundamente. "Describo toda la ciudad, en función de los personajes que pueblan la novela, de las situaciones que se plantean. Algunos viven en los barrios bajos, el barrio chino, como el policía Méndez, y se revuelven cuando tienen que ir más allá de sus límites. Otros habitan en mansiones señoriales. Otros en el Ensanche".
"Por cierto, se ha dicho que: yo aborrezco el Ensanche y ne, es cierto. Me parece el sedimento espléndido de una burguesía típica y cultivada".

El País, 17 de octubre de 1984