31 de jul. 2004

Silver Kane, un nombre para tiempos difíciles

EL ESCRITOR SIN MÁSCARA

S.P.

La censura franquista dejó mudos a muchos escritores que no pudieron publicar con normalidad. Algunos, como Gónzalez Ledesma, tuvieron que refugiarse en el género de la novela de quiosco a destajo, que creció y se desarrolló en aquellos años hasta convertirse en la única fuente de lectura de parte de la población. Éste es un relato de la experiencia de González Ledesma, también conocido como Silver Kane, el Llanero Solitario de los quioscos. Por su interés, la transcribo sin interrupciones: "Al ver que con Franco vivo sería imposible publicar, mi decepción era total. Yo trabajaba en la editorial Bruguera como guionista de historietas policiacas, y el editor me propuso escribir novelas del Oeste o de policías. Necesitaba el dinero para poder pagarme los estudios, así que acepté. Allí descubrí que no era la única víctima de Franco. Había un par de jueces represaliados que no podían ejercer. Estaba el cupletista de El último cuplé, al que no le daban trabajo. Estaba Marcial Lafuente Estefanía, que había sido ingeniero y tenido un cargo importante en la artillería del Ejército republicano. Era un modo de ganarse la vida pero muy duro. Yo empecé con la idea de que fuera algo provisional pero como se vendía muy bien y el editor ganaba dinero con esas novelitas, me iba encargando más. Cuando empecé a ganarme un poco la vida como abogado, le propuse dejarlo pero él insistió y me fue prorrogando el contrato. Lo que tenía que durar seis meses duró casi quince años. El ritmo era de tres o cuatro novelas al mes, así que calcula cuántas habré escrito. Era un esfuerzo que te convertía en un esclavo. Fue un aprendizaje duro. Escribir una novela de ochenta o cien páginas y tener que decir algo nuevo en un tema tan manido era difícil. No obstante, había determinados tipos que me gustaban, como el Llanero Solitario, ese pistolero individualista, o la dama del saloon. La dama me encantaba porque siempre arrastraba una vida anterior llena de frustraciones y experiencias y, al mismo tiempo, procuraba que fuera muy humana y respetable. También era interesante trabajar con la historia de Estados Unidos, desde el espacio a los personajes. Las corrupciones, los pueblos en construcción, etcétera. Luego, cuando visité aquel país, me di cuenta de que nada de eso era mentira. Acabé disfrutando y creo que la poca técnica novelística que tengo la aprendí de mi etapa como Silver Kane".

El País
, 31 de julio de 2004