26 de jul. 2005

Novela negra social

M. Paul

El escritor Francisco González Ledesma se adentra en las entrañas de la sociedad

Al inspector Méndez nadie le hace caso, a su superior le gustaría enviarle una corona, pero investigando en los cafés y casas de citas de los barrios bajos de Barcelona e interrogando a prostitutas y chorizos acaba llegando al fondo de los casos. En Las calles de nuestros padres, se enfrenta al asesinato de dos mujeres, la secretaria de un hombre de negocios y una menor que ejerce la
prostitución. Crímenes que esconden una oscura trama relacionada con el mundo del dinero y la política. La novela apareció en 1983; es anterior a Crónica Sentimental en Rojo, con la que su autor, Francisco González Ledesma, ganó el Premio Planeta, y ahora es reeditada por La factoría de ideas.
Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927) refleja en Las calles de nuestros padres el viejo periodismo (fue redactor jefe de La Vanguardia y antes de El Correo Catalán). Un periodismo que tenía dos cosas sagradas: el amor a la libertad y el amor a la noche. 'Todo esto se ha terminado, los periodistas terminan a las diez de la noche y están callados en la redacción', afirma el escritor.
Después, ha metido a Méndez en otras aventuras, la última Cinco mujeres y media, cuyas protagonistas son mujeres. La presencia femenina es importante para el escritor, porque a parte de plantear problemas que la legislación, y menos la moral pública, no tienen en cuenta, 'las mujeres tienen una psicología más complicada y superior a los hombres'.
Sus novelas no escapan ni a los recuerdos, 'te traicionas a ti mismo si no los vuelcas', ni a la realidad social de su ciudad, Barcelona. 'En algunos aspectos no soy un escritor dulce ni cómodo, reflejo esa realidad social porque es verdad, la he vivido'. González Ledesma vivió de niño en esos barrios pobres, revolucionarios, en los que se mueve Méndez y que tanto han marcado al personaje. El escritor reconoce que cuando está cansado vuelve a ellos. 'Si sobreviví entonces, ahora también. Son mi último refugio'. El novelista también ha sido abogado, 'curiosamente, de gente rica', un mundo que conoce bien.
González Ledesma acaba de participar en la Semana Negra de Gijón, donde los autores han tomado el pulso al género. Ahora, admite, la novela negra se ha ganado el respeto del público porque se está transformando en novela social. 'Se adentra en las entrañas de la sociedad, cuando antes sólo lo hacía en el misterio y la intriga. Eso hace que tenga más consideración', aprecia.
El autor sufrió la censura franquista. Entre 1948 y 1977 le fue casi imposible publicar, lo que le dejó sin esperanza, 'todo lo que escribía era para mí', y le obligó a tener más fe que antes. Se tuvo que ganar la vida con la novela de aventuras bajo el seudónimo de Silver Kane. 'Fue un gran aprendizaje', recuerda.
En cada una de aquellas novelas de aventuras -del oeste, policíaca-, que se desarrollaban siempre en otros países, González Ledesma hablaba de la lucha contra el cacique y de la libertad moral de los personajes. 'Como todo pasaba fuera de nuestro país, la censura lo permitía. Una mujer podía redimirse en el Oeste, aquí no'.
En estos momentos trabaja en las nuevas aventuras de Méndez, que se mueve por un Poble Sec distinto a causa de la inmigración, y en sus memorias, que espera publicar el año que viene. 'Me di cuenta de que había muchos aspectos de Barcelona que se perderían para siempre si no las escribía', se justifica. Serán una crónica social, en las que González Ledesma hablará del periodismo que vivió, las editoriales que conoció, el ambiente social de la postguerra, el hambre, los fusilamientos. Con absoluta sinceridad, promete.

Cinco Días, 26 de julio de 2005