1 de maig 2006

«En democracia, sobre todo en las democracias formales, hay que seguir siendo subversivo»

GENTE DE PALABRA FRANCISCO GONZÁLEZ LEDESMA, ESCRITOR

Álvaro Bermejo

- Tengo sobre la mesa una novela de hace medio siglo, que lleva por título Nueve muertos y medio. Aquellos difuntos, ¿tienen algo que ver con estas Cinco mujeres y media ?

- Me parece maravilloso que esa novelita que escribí en mi pobreza y muerto de sueño, sea leída después de cincuenta años. Pero aquél fue un título que nada tiene que ver con Cinco mujeres y media, que la he escrito muy a gusto, y sin nada de sueño.

- En otra de sus novelas revela el mayor error de su detective, Méndez: «Querer a las mujeres, no por lo que son, sino por lo que han sido». ¿Eso es lo que le salva o lo que le pierde?

- Méndez es un sentimental con las mujeres que no ha tenido -todas- y siempre ve en ellas las virtudes que tuvieron, aunque las hayan perdido. A su modo, yo siempre recuerdo las virtudes antiguas en mujeres que tampoco tengo.

- Así como los ya míticos binomios Chandler/Marlowe, Maigret/Simenon o Montalbán/Carvalho, ¿hasta qué punto es usted una traspolación de su personaje?

- Nos parecemos en nuestro amor a la noche y en la creencia de que la piedad no es una palabra vacía. También en nuestro despiste y en no saber qué comemos, pese a que yo haya sido crítico gastronómico, sin que gracias a dios haya muerto nadie por mi culpa. Nos diferenciamos en que Méndez es más sarcástico y más solitario, y en que yo no podría ser poli. Me echarían en una semana.

-Ya al borde de la jubilación, Méndez sigue rebelándose a que la ley y la justicia hablen idiomas tan diferentes. Ir cumpliendo años, ¿es ir descumpliendo sueños?

- Es cierto aquello de que 'no hay barbaridad que no haya estado alguna vez apoyada por una ley', pero siempre hay que soñar con que la justicia triunfará. Sí, con la edad los sueños se desvanecen, pero hay que mantenerlos a toda costa, porque al menos te dan una cierta dignidad.

- Contra la 'literatura blanca', llena de formalismos y jerarquías culturales, el género negro, ¿supone una cierta rebelión?

- Toda literatura tiene algo de convencional pero la llamada novela negra viene directamente de las calles y plasma una crisis moral que la hace más auténtica y más rebelde, porque es más libre. En realidad, la novela negra es la novela social de hoy, porque se adentra en la realidad tal cual es.

- Sus novelas están saturadas de asesinos sin escrúpulos, pero también de constructores y banqueros putrefactos. ¿Invención literaria o reflejo del país tal y como usted lo ve?

- En toda novela de intriga debe haber criminales, como sucede en la vida real. Yo incluyo a esos otros delincuentes, hijos del capitalismo salvaje, que por lo general no van a la cárcel, sino todo lo contrario.

- «La dignidad del trabajo ha sido sustituida por la dignidad del subsidio, la dignidad de la izquierda por la dignidad de la ecología, la agitación universitaria por la agitación antiglobalización. Los obreros ya no piden la revolución, sino el confort». ¿Y después qué?

- Soy un hombre anticuado, soy aún un niño de los barrios pobres, donde los trabajadores veían que su trabajo les daba dignidad. Hoy no se suele ver la dignidad a través del trabajo. Lo que se pretende es librarse de él cuanto antes y llevar una vida de ocio y diversión. Hubo miles de obreros que murieron por creer, todos juntos, en un mundo mejor. Hoy se tiende a buscar, de forma individual, una jubilación mejor.

- «Si hubiese nacido en una barriada de las afueras de París no me hubiese convertido en el anarquista cerebral que soy» -escribió George Simenon-, «sino en un anarquista que arroja bombas y tal vez en un asesino». ¿Y usted?

- Yo también nací en una barriada bastante siniestra y creo que nunca me convertiría en un asesino ni manejaría bombas, aunque soy técnico en explosivos. A veces, cuando sientes rencor, hay que sustituirlo cuanto antes por la esperanza.

- El franquismo prohibió sus primeras novelas. Desde entonces, ¿sigue pensando que escribir, incluso en democracia, tiene un punto subversivo?

- Yo escribía con la ingenua pretensión de mejorar el mundo, y por tanto era subversivo. En democracia, sobre todo en las democracias formales, hay que seguir siendo subversivo. Con el conformismo no se mejora nada.

- En 1984 ganó el Planeta con su Crónica sentimental en rojo. ¿De qué color pintaría la España actual ?

- Puro gris.

- Su Barcelona, más que mejorada, parece desfigurada por la posmodernidad. ¿Tan incómoda la encuentra?

- Todas las grandes ciudades se van haciendo incómodas, indiferentes e inhumanas, Barcelona entre ellas. Por supuesto, ha mejorado mucho urbanísticamente y yo la quiero con pasión, sobre todo en sus viejos barrios -que aún conservan un alma-, pero los automóviles y los atascos van anulando todo lo demás.

- Méndez y usted, ¿tienen una opinión formada acerca del Estatut?

- Cataluña tiene personalidad e historia propias, por lo que debe tener un Estatut adecuado. Pero Méndez y yo pensamos que hay que realzar lo que nos une y no lo que nos separa.

- Cuando mira hacia el País Vasco, ¿ve una novela de Baroja, una escultura de Chillida, o tal vez un Guernica?

- Veo el País Vasco a través de Baroja, pero el espíritu del país se me escapa.

- Decía Celaya que la historia que sufrimos fue «una historia mal contada». ¿Cuál es el secreto para contarla bien?

- Sentirla como propia.

- Los nacionalismos periféricos, ¿son la derivación del viejo problema de la invertebración hispánica que ya diagnosticó Ortega en 1922?

- Ortega y Unamuno diagnosticaron muy bien nuestra España, que nunca ha sido una sola España, y eso hay que aceptarlo porque es bueno. Nos da más de un alma, y eso tiene un valor del que no es justo que se aproveche nadie.

- George Orwell se consideraba miembro de la izquierda disidente, muy distinta de la izquierda oficial. Usted, ¿se atrevería a posicionarse?

- Me temo que siempre perteneceré a esa izquierda disidente, porque cuando la izquierda se oficializa deja de serlo. Pero si Orwell no acabó bien, me temo que yo menos.

- De un tiempo a esta parte, todos los grandes premio literarios vienen con polémica. ¿Todo es un montaje ?

- Sólo puedo hablar de mi Planeta, y la verdad es que a mí Lara no me conocía de nada: ni siquiera me invitó a la cena de la concesión. Eran otros tiempos, claro.

- Entre el secreto y la traición, entre la ideología y los sentimientos. De estos cuatro sustantivos, ¿qué juego le obsesiona especialmente?

- Los sentimientos. Sin sentimientos no somos más que tubos digestivos -algunos pensantes.

- A sus 95 años Henri Cartier-Bresson, seguía pensando que «la vida sólo tiene sentido si camina hacia una utopía».

- Cartier-Bresson tenía razón. La utopía es la única medicina contra la vejez.

DE BUENA TINTA

Nació en Barcelona, en 1927. Fue redactor jefe de La Vanguardia y ganó el Planeta de 1984. Publicó novelas del Oeste como Silver Kane. Es un maestro del género negro que inició con la colección Servicio Secreto. Su personaje, el detective Méndez, ha merecido el premio Dashiell Hammet. Tras títulos como Los muertos vuelven de noche o Tiempo de venganza, acaba de publicar su autobiografía, Historia de mis calles.

DE VIVA VOZ

Me gusta una conversación inteligente con alguien que me enseñe algo.
Destesto la tiranía. Y en democracia puede haberla.
Me encanta una calle solitaria al atardecer.
Aborrezco la concepción de la vida como un cálculo de beneficios.
Me fascina la compañía de una mujer que sepa sentir emociones.
Me pierde mi ingenuidad
Me gana la sinceridad
Me pone una mujer que sepa mirar de frente
Me indisponen el trepa profesional y el patriota profesional.
Me indigna la política barata.
Me deja frío el deporte patriotero
Me calienta. Soy un perverso, me resisto a confesarlo.
Me confunden las guerras de religiones
Me aterra llegar a olvidar quién soy.
Me repele la crueldad gratuita.
Me seduce una canción de la niñez oída en soledad.


Diario Vasco
, 1 de mayo de 2006