11 de juny 2007

González Ledesma descubre una Barcelona secreta y mágica

En La ciudad sin tiempo, el escritor traza "un reportaje" sobre la historia de Barcelona, desde la edad media hasta nuestro días

Miguel Angel Trenas

MADRID. – Enrique Moriel, protagonista de Sombras viejas, primera novela de Francisco González Ledesma –premio internacional José Janés 1948–, prohibida por la censura franquista por "pornográfica" y que –por poco tiempo– permanece inédita en España, reaparece como autor de La ciudad sin tiempo (Destino), un apasionante viaje por la historia de Barcelona, desde la edad media hasta nuestros días: "El reportaje de una ciudad, porque todo, los lugares y los hechos, son reales", afirma González Ledesma.
El autor, premio Planeta en 1984, famoso por sus novelas policiacas, convino con el editor usar este seudónimo para no despistar al lector afín con un libro que traspasa el thriller sin renunciar a la intriga. La novela cuenta la historia secreta de Barcelona, la no oficial, la que no
se ve, las sucesivas ocupaciones y usos de las calles actuales, de los enclaves de siempre.
Un viaje llamado a convertirse en ruta turística de una Barcelona secreta y mágica. Habla también de sus habitantes, de los esclavos que aseguraba la Generalitat, de la complicidad entre ésta y la Iglesia para sacar beneficio de los prostíbulos, carasses, del último verdugo de la ciudad y del primer ajusticiado de la Modelo.
La novela tiene su antecedente en las crónicas de El vampiro del paseo de Gràcia, publicadas en La Vanguardia, y se anticipa en su origen a la moda de novelas históricas. El mismo vampiro que acompaña al lector en este recorrido, que acaba el relato contratado en un bufete de abogados. "La Barcelona del diseño –comenta el autor– mantiene su lado humano, esa alma trazada a través
de los siglos por las personas que han dejado su huella. Una ciudad contradictoria, muy mercantilizada, pero que no renuncia a ese gran espíritu revolucionario que le marcó durante siglos. Un lugar de acogida, los hijos de los inmigrantes se han convertido en catalanes, en permanente proceso de cambio, que conlleva la pérdida de muchas tradiciones, sobre todo de la vida de barrio".
El autor juega con ventaja y utiliza las herramientas del thriller para seducir al lector, juega con la magia, el misterio y el secreto: "Toda novela debe plantear un enigma, una pregunta que invite al lector a seguir leyendo". Su Barcelona es una ciudad llena de mitos, el mito de ciudad revolucionaria en la Guerra Civil y contra Felipe V, el mito del nacionalismo cultural y político y ahora el mito moderno del fútbol. De su mano, el lector descubrirá antiguos cementerios y casas de citas, emblemas masónicos en lugares cotidianos como el restaurante Set Portes, la Creu Coberta, donde ahorcaban a los condenados, las iglesias románicas, etcétera.Yentre ellos destaca el barrio gótico, "una maravilla medieval perfectamente conservada".
González Ledesma ha escrito como periodista, "a partir de una investigación de años, explicando las cosas para que se entiendan y siempre desde la verdad de las cosas y los hechos". Una historia cierta y creíble que también lleva al lector a la reflexión sobre la idea de la eternidad, sobre una creación inconclusa, cuya tarea ha dejado Dios en manos de los hombres: "Parece que entre Dios y el diablo no hubo vencedor y le ha tocado al ser humano crear una moral basada en la honradez, la amistad y otros valores".
El autor reivindica el pensamiento libre frente a la obediencia ciega: "Todos los que piensan en el mundo están ayudando a crear el mundo... El pensamiento humano –dice su protagonista– no ha acabado con el mal, pero al menos ha aprendido a identificarlo y a escupir sobre él. Y el mal viene de los que no creen más que en la obediencia". La ciudad sin tiempo atraviesa los géneros literarios: es fantástica y gótica, es detectivesca, pero es también una novela metafísica y de ideas.

La Vanguardia
, 11 de junio de 2007