20 d’oct. 2009

“Desde los cinco años quise ser periodista”

Francisco González Ledesma, escritor

Cualquiera de nosotros necesitaría vivir varias vidas para igualar en intensidad, éxitos y variedad la de Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927), un hombre de gesto adusto y espíritu afable que ahora, tras ejercer como autor de cómics, novelas del Oeste, abogado y periodista, recibe los reconocimientos literarios que la censura franquista le impidió obtener mucho antes. “Todavía pienso que al día siguiente lo haré mejor”, afirma el creador del comisario Méndez, que fue galardonado con el Premio Internacional de Novela Negra RBA cuando ya había cumplido los 80.

¿Cuál fue su primer empleo?
El primer dinero lo gané cuando tenía unos doce años. Me llevaba a casa recibos de una mutua de accidentes y rellenaba los datos de los abonados. Después, con 14 ó 15 años, escribí cuentos infantiles para un editor de Zaragoza que me pagó cinco duros. La tercera fase de esa primera etapa sucedió con mi entrada en una compañía de seguros. Acababa de empezar la carrera y me contrataron como escribiente. Durante un mes rellené recibos con letra de molde por 40 pesetas. Mi madre me animó a que lo dejara para que me centrara en mis estudios de Derecho.
Y sólo le hizo caso a medias…
Sí, porque empecé a escribir cómics para la editorial Bruguera y me hice un profesional. Incluso creé un personaje, el inspector Dan, que ha pasado a las antologías. Ese trabajo me hacía feliz.
Tras acabar la carrera, ejerció de abogado.
Sí. Fui abogado de la buena sociedad catalana y gané mucho dinero. Sin embargo, no era feliz, porque el abogado muchas veces no defiende su verdad, sino la del cliente. Yo sufría muchísimo cuando hacía de abogado defensor, porque era consciente de que bastantes personas de las que sacaba a la calle eran culpables, y eso me planteaba problemas morales.
¿Por eso decidió pasarse al periodismo?
No sólo por eso. Yo, desde que tenía cinco años, quise ser periodista. Tenía un tío, periodista de La Vanguardia, que me sacaba de la cama para ver la rotativa. Ese mundo de la noche me fascinaba… Si no ejercí antes fue por la censura, no quería ser un funcionario franquista.
Metido ya en un periódico, ¿le decepcionó la profesión?
No, gané poco dinero, pero fui tremendamente feliz. Esta profesión me ha permitido vivir dos vidas: la mía y la de la gente que conocía en la calle. Puede parecer una tontería, pero yo sentía que formaba parte de la historia de este país. Con Vázquez Montalbán y otros colegas creamos, en la clandestinidad, el Grupo de Periodistas Democráticos. Desde el principio, tuve muchas suerte: en el examen de grado saqué el número uno de mi promoción. Luego, llegué a ser redactor jefe en El Correo Catalán y en La Vanguardia.
¿Qué le enseñó su ‘alter ego’ literario, Silver Kane, el pseudónimo con que escribía novelas del Oeste?
Mi primera novela, «Sombras viejas» recibió el Premio Internacional de Novela, cuyo jurado presidía Somerset Maugham. Pero la censura la prohibió y me advirtieron de que, hasta que no muriera el Caudillo, no volvería a publicar. Fue entonces cuando Bruguera me propuso hacer novelas del Oeste, y así nacio Silver Kane, que me enseñó humildad y técnica. Al final, lo que empezó como una broma me llevó diez años. En aquella época estudiaba Derecho, escribía las aventuras del Oeste y, por las noches, me dedicaba a escribir para mí.

Infoempleo.com, 20 de octubre de 2009