1 de febr. 2013

PEORES MANERAS DE MORIR, de Francisco González Ledesma


DATOS PRÁCTICOS:

Título: PEORES MANERAS DE MORIR
Autor: Francisco González Ledesma
Editorial: Planeta
Colección: Autores Españoles e Iberoamericanos
ISBN: 978-84-08-03491-9
Páginas: 384
Presentación: Rústica con solapas

Tenía ganas de comenzar este Mes de la Novela Negra, Policíaca y de Misterio y empezar a dar salida a las reseñas que poco a poco iré escribiendo sobre esta temática, ya que he aprovechado el pasado mes de enero y parte del de diciembre para ir intercalando libros de estos géneros a mis lecturas habituales, pues me apasionan. Del mismo modo, he procurado estar al día en cuanto a novedades, para que, junto a quienes hayáis decidido uniros a esta aventura (leyendo y reseñando) y los que nos seguiréis estando al tanto de nuestras reseñas (leyendo y comentando), nos resulte más fácil encontrar las novelas que más nos llamen la atención.

Y precisamente, quiero estrenar el Mes Temático con una novela negra, publicada recientemente (10 de enero de 2013) con la que he disfrutado mucho (por su calidad literaria) y lo he pasado fatal (por su trama). Porque de eso se trata ¿no?. Pero también quiero hacerlo como homenaje al autor, porque esta novela ha debido costarle sangre, sudor y lágrimas, ya que comenzó a escribirla en 2010, tras publicar La dama y el recuerdo bajo el pseudónimo de Silver Kane. La terminó a finales de ese mismo año y dejó pasar las navidades para emprender la fase de corrección al concluir estas. Pero en enero de 2011 sufrió un ictus que le mantuvo hospitalizado durante cuatro meses a los que habría de añadir el período de recuperación. Aún así, con mucho esfuerzo por su parte, lo ha conseguido y hoy podemos disfrutar de ella entre las manos.

EL AUTOR:

Francisco González Ledesma (Barcelona, 1927) Su afición por la literatura le viene desde muy joven y con tan sólo veintiún años recibió el Premio Internacional de Novela, patrocinado por José Janés con su novela Sombras viejas, que fue censurada por el anterior régimen y no llegó a ser publicada. Con veintitrés años se licenció en Derecho y empezó a trabajar como asesor jurídico en la Editorial Bruguera, labor que compaginaría con su afición por la escritura. Más tarde empezaría a trabajar en El Correo Catalán y de ahí pasaría a hacerlo en La Vanguardia, donde llegó a convertirte en redactor jefe.

En 1984 ganó el Premio Planeta, con su novela Crónica sentimental en rojo, siendo su protagonista el policía Méndez, origen de una serie de éxito a nivel internacional, a la que seguirían las siguientes novelas:

- El expediente Barcelona, 
- Las calles de nuestros padres, 
La dama de Cachemira, 
Historia de Dios en una esquina, 
El pecado o algo parecido (Premio Dashiell Hammett 2003), 
Cinco mujeres y media y 
Una novela de barrio (Premio RBA 2007).

A lo largo de su dilatada carrera literaria, ha conseguido muchos premios. En 2005 se le otorgó el Premio Pepe Carvalho, mediante el cual se le reconoció su trayectoria como autor de novela negra. También fue Premio Ciudad de Barcelona de Cine y Premio Roda Ventura del Colegio de Abogados.

ARGUMENTO:

La acción se sitúa en la Barcelona de 2011, cuando una joven huye angustiada y desorientada, intentando mezclarse con la masa humana que pasea indiferente por las Ramblas de la ciudad condal, camino del Raval, porque un hombre la persigue a cierta distancia con aciagas intenciones. Y cuando cree haberse librado él, se resguarda en un edificio, parcialmente tapiado pues está a punto de ser derribado. Pero todo es inútil. Tras cruzar el umbral del portal, sube las escaleras hasta dar con la única vivienda en la que la luz está encendida. Aporrea la puerta y cuando otra joven la abre, el cuerpo sin vida de la que esperaba auxilio se le viene encima. La escalera está a oscuras y percibe el peligro. Segundos después alguien enciende la luz de la escalera y descubre la figura de un hombre mientras intenta zafarse del cadáver, pero él es más rápido y le clava un cuchillo en la espalda.

Pero la acción también nos traslada a otro lugar: una casa de lujo, lo suficientemente aislada para que una organización de trata de blancas pase inadvertida de forma provisional. Allí una joven, prácticamente una niña, va a ser forzada por uno de los miembros de la organización, el responsable de la reconstrucción psicológica de la ha de convertirse en esclava sexual. Pero contra todo pronóstico, la chica se defiende; previamente se introdujo un punzón en la vagina y el hombre acaba muriendo al intentar violarla, al clavárselo en el pene. Cuando otro de los malhechores acude en su ayuda, es asesinado con un disparo en la nuca… y la chica huye.

IMPRESIONES:

En octubre de 2009, al cumplirse el vigésimo quinto aniversario de la publicación de Crónica sentimental en rojo, novela en la que aparecía por primera vez el inspector Méndez y con la que ganaría el Premio Planeta, el autor comentó que posiblemente, al policía sólo le quedase un último caso y, por lo que me ha parecido intuir tras terminar la novela, es que así va a ser. También explicó en esa ocasión que nos encontraríamos ante un Méndez mucho más sentimental, algo que es más que evidente a lo largo del relato.

La trama gira en torno a la trata de blancas internacional, que ha encontrado su acomodo en la capital catalana. Es algo que supera al inspector, más habituado a la que antaño se practicaba y ejercida por mujeres por las que él se preocupaba y a las que llegadas al ocaso de vida, sigue tratando y cuidando, en función de sus posibilidades. Los tiempos han cambiado y parece que arrasan con todo. ¿Lo bueno? Pues a pesar de todo lo sórdido, que las víctimas acaban vengándose de sus verdugos. En ese sentido, la participación de Ricardo Méndez es vital, pues será su modo de proceder el que más allá de dirimir y atar los cabos sueltos,

Y es que Méndez, el protagonista absoluto de esta historia, no es un policía al uso. Ni siquiera es un policía de otro tiempo, es atemporal, por mucho que él especule continuamente sobre lo que han cambiado los valores de un tiempo a esta parte. Y único. Del mismo modo que es capaz de visitar cada dos meses la tumba del primer hombre al que mató y pagar el alquiler del nicho que le aloja, atiende los perros de otro delincuente al que él mismo había detenido. Porque los perros no deben culpa de las acciones de su dueño. Y aunque sus métodos no sean los más ortodoxos, sus resultados son sinónimo de justicia, como poco, poética.

Y si hay algo que me ha encantado es el planteamiento primigenio de la trama. Es decir, encontrarme a ese inspector Méndez relegado y ninguneado no sólo por su jefe, sino por sus propios compañeros. Estamos tan acostumbrados a que en este tipo de novelas los policías sean siempre las estrellas, todos ellos dotados de una mente privilegiada (por no hablar de cuerpos fornidos y demás), que encontrarnos con un “héroe” de estas características nos produce incluso ternura. Por eso, cuando se produce el doble asesinato, el inspector acude al lugar de los hechos por encontrarse en el turno de guardia. Pero una vez que su jefe es sabedor de quienes son las víctimas, no duda en apartarle del caso, conociéndole como le conoce y sabiendo de su intolerancia hacia determinados delincuentes. Y le deja a su aire y es así como emprende una investigación paralela, pues es el primero que enseguida tiene clara la envergadura de este crimen, que es sólo la punta del iceberg de lo que queda por resolver.

Con respecto al resto de personajes, me ha llamado la atención el que junto al policía, dos mujeres emergen como coprotagonistas: por un lado tendríamos a Eva Ostrova, la muchacha que consiguió escapar de la mansión en la que la tenían secuestrada matando a su violador. Una máquina de matar, pero que ha llegado a tal consideración en base a las situaciones que ha vivido prácticamente desde la cuna; por otro, tendríamos a Mónica Arrabal, una viuda todavía joven y heredera de una gran fortuna, que tiene como principal actividad la de proteger y ayudar a los desarropados de la sociedad. El nexo entre ambas es la Patri, una antigua prostituta, amiga de Méndez que ha recogido a Ostrova de la calle, adoptándola prácticamente a la que regularmente ayuda Mónica Arrabal. Los principios religiosos de la viuda le plantean un dilema cuando es consciente de la personalidad de la joven y será Méndez, quien en seguida verá por donde van los tiros quien se lo resuelva. Y digo que me ha llamado la atención porque del mismo modo que conocemos con mucho detalle como son estos personajes (incluida la Patri), el resto de personajes (al menos los representantes de la trama mafiosa), apenas son reconocibles, pues pasan sin pena ni gloria a través de las páginas. No hay grandes concesiones a la hora de perfilarlos.

Y es curioso, porque González Ledesma describe con un oficio brillante. Y por ello, si hay otra protagonista de excepción en esta novela, no puede ser otra que Barcelona, la ciudad donde transcurre la acción. No es un simple escenario. Méndez nos ofrece una panorámica rica en detalles de esta ciudad en cambio constante, en profunda evolución. Nos pasea por la Barcelona más popular, la cara B del modernismo y lo mundano, pero igualmente fascinante. Es una ciudad devastada por un mercantilismo implacable y en el Raval nos encontramos con una ciudad en crisis, no sólo en el aspecto económico, sino en cuanto a valores. Y el policía, acostumbrado a vagar por sus calles como un lobo estepario, analiza su pasado y su presente, con ciertas dosis de amargura.

Para concluir, tengo que advertir que en la novela hay violencia a raudales, aunque a estas alturas puede que esté de más decirlo, pero es que anda sobrada de ella: se nos muestra con indudable destreza narrativa la miseria moral y el ambiente adulterado que parece impregnarlo todo, pero también destaca la honda crítica social, en ocasiones con un punto algo soez y escatológico y en otras con ciertas dosis de ironía y sarcasmo.

ENLACES DE INTERÉS:

Puedes leer un fragmento del libro en este enlace.

CONCLUSIONES:
Peores maneras de morir es novela negra al cien por cien. Y de la buena. Dicen que la venganza se sirve en plato frío y esta historia es un ejemplo de ello. La novedad es que aquí son las víctimas quienes llevan a cabo su particular vendetta. Precisamente, aquellas mujeres que llegaron a la ciudad en pos de un sueño, buscando un mundo mejor, se encontraron con el infierno, convertidas de la noche a la mañana en trabajadoras del sexo porque una partida de indeseables sin escrúpulos así lo decidieron. Y Méndez lo tiene claro y sabe bien a quien proteger.

Kayena. Negro sobre blanco, 1 de febrero de 2013