16 de maig 2014

FRANCISCO GONZÁLEZ LEDESMA (I) SILVER KANE

 “Aquella mañana ocurrieron en Jackson, Kansas, cuatro cosas juntas que no habían ocurrido nunca: se pararon a la vez cien relojes de cuerda, llegó un jefe indio que quería comprar la paz para su pueblo, un pistolero llenó un saloon no de clientes, sino de muertos, y un hombre perfectamente vestido quiso comprar un cementerio...”
“La dama y el recuerdo”. Silver Kane. (Planeta, 2010)

Coberta del llibre

     Qué tendrá que ver aquí una novela del oeste con otra policíaca, de género negro, podrá preguntarse, y con razón, cualquiera de los amigos que siga este blog de novela negra y haya visto la ilustración que la acompaña. La respuesta hay que buscarla en Silver Kane, que es el seudónimo con el que firmó Francisco González Ledesma sus más de cuatrocientas novelas del oeste.

     En una época, la posguerra civil española, en que las bibliotecas y la cultura entraron en una total oscuridad fagocitadas por un régimen voraz, aquellas obritas en tamaño octava (¼ de folio), de no más de cien páginas, realizadas en papel de mala calidad, vendidas en quioscos y estancos al precio de un duro (5 pesetas) e intercambiadas multitud de veces al precio de 1 peseta (con lo cual, es imposible saber al final por cuántos lectores había pasado la edición) nos sirvieron a muchos de único faro al que cogernos para no naufragar en las tinieblas.

     González Ledesma nació en Barcelona en 1927, en el barrio de Poble Sec, barrio obrero, como el Raval, que han dado gente tan ilustre como Vázquez Montalbán, Joan Manuel Serrat o el propio González Ledesma. De familia humilde, recién terminada la guerra civil, chico espabilado, con quince años consigue trabajar para la editorial Bruguera haciendo guiones de cómics. De ahí pasará a la escritura de novelas del oeste escribiendo una por semana. En un primer momento, ese dinero sirve a su familia para sobrevivir y, posteriormente, ayudado por una tía, se va pagando los estudios de Derecho.

     Con 21 años, en 1948, gana el prestigioso certamen de novela Internacional, presidido por William Somerset Maugam, con la novela “Sombras Viejas”, prohibida por la censura.

Sombras Viejas no se pudo publicar en España: el censor la calificó de “roja y pornográfica”. Para conocer la causa de la prohibición, el escritor consigue entrevistarse con el censor, y este le explica que en toda la novela se aprecia que el protagonista es de izquierdas. ¿Y pornográfica...? ―pregunta intrigado el autor―. Pues, en la página tal, el protagonista, Enrique Moriel, le pone la mano en la rodilla a la chica. ¿Y eso es pornográfico?, pregunta sorprendido el joven autor. Bueno, de momento, no ―le responde el censor―, ¡pero se adivinan las intenciones de subir hacia arriba!

     Igual suerte corrieron “Los napoleones”, “Las calles de nuestro padres” y “Expediente Barcelona”, donde aparece por primera vez el inspector Méndez, (de su posterior saga policíaca). Visto lo cual, el pobre chico se vio obligado a continuar escribiendo novelas de vaqueros, indios y pistoleros, firmadas por Silver Kane.

     Porque, en aquella España negra, negrísima, tétrica, ¿cómo iba a haber novela negra si la censura lo impedía hasta límites estúpidos y absurdos?

     La novela negra lleva consigo una crítica social: por crisis económica, hambre, miseria, corrupción política, policial o judicial, homofobia, o nazismo, o crímenes y violencia... Y en nuestro país ni se pasaba hambre, ni había crímenes; ni accidentes de trenes, y si los había, no moría nadie, y si morían es porque se ponían en las vías al paso de la locomotora, vamos que se suicidaban; no se producían atracos, y si se escuchaban tiros, eran petardos en honor de la virgen en alguna barriada; ni la homosexualidad estaba perseguida, ni el nazismo prohibido, y los policías, ministros, gobernadores, con el Generalísimo a la cabeza, eran un dechado de libertad, justicia y honradez... ¿Cómo, pues, íbamos a tener novela negra?

     A la finalización de la guerra civil, se pasó de una censura militar, hasta cierto punto comprensible, a otra cívica, ideológica y religiosa, so pretexto de salvaguardar la fe católica e impartir supuestas buenas normas de convivencia. No fue más que un vehículo más de control para el régimen, una mordaza a las voces disidentes y altavoz al servicio del Movimiento, la Falange y el clero. Cualquier noticia, cómics, cuentos, publicación, ilustración, representación teatral... quedaba en manos de la censura, cuando no de la autocensura, pues podía significar para el autor la pérdida de sus contratos, en la mayoría de las ocasiones leoninos en beneficio de la editorial, y para los propios editores, la pérdida del cupo de papel de prensa para las publicaciones.

     Transcurrido el tiempo, ya en época democrática, pudieron publicarse en España sus anteriores novelas, entonces prohibidas.

      En el año 2010, González Ledesma le hace un guiño a su propia historia, y se homenajea como escritor de novelas de vaqueros: publica La dama y el recuerdo, firmada, cómo no, por Silver Kane. Pero, en esta ocasión se trata de una impresión de más de trescientas páginas, formato grande, papel de calidad, cosida, tapa dura y sobrecubierta..., muy lejos de las condiciones en que vieron la luz sus anteriores obras del salvaje Oeste americano.

     No fue González Ledesma el único de los autores españoles que se vio obligado a escribir sobre temáticas que no hicieran daño a un régimen extraordinariamente duro y prolongado en el tiempo. Otros nombres conocidos fueron Marcial Lafuente Estefanía; José Mallorquí, autor de la serie de El Coyote; Juan Gallardo, que firmó con distintos seudónimos como Donald Curtis, Curtis Galland...; Luis García Lecha, que firmaba como Clark Carrados, Elvers Evans, Lewis Milk...; Corin Tellado, seudónimo de María Socorro Téllez, que escribió novela romántica. Todos ellos autores extraordinariamente prolíficos (Corín Tellado llegó a escribir más de 4000 obras, y otros como Gallardo o García Lecha, sobrepasaron las 2000 cada uno), explotados laboral e intelectualmente, pero que significaron las escasas ventanas de luz en un mundo culturalmente lleno de tinieblas.

     Sirvan estas lineas de modesto homenaje del autor de este blog a todos ellos.


El ángel negro, 16 de mayo de 2014